Esa tarde
noche llegamos a la Aguada
de Joaquín. Allí dormiríamos esa noche en nuestro ascenso al Pico Turquino en la Sierra Maestra, Cuba.
Es el escenario perfecto para retomar fuerzas y poder continuar.
En este lugar hay dos casas, una para el descanso de
los caminantes y otra donde se encuentra la cocina y la sala- comedor. Los jardines
son bellos y varios paneles solares abastecen de electricidad al lugar.
Un grupo de trabajadores se ocupa de atender a los viajeros. Preparan comida y
garantizan el café…que alivio al llegar y sentir su aroma!
Ubicada a solo cinco kilómetros del Turquino, la Aguda de Joaquín, te prepara
para el ascenso y descenso, en la siguiente jornada, la etapa más difícil de
todo el camino.
Ramón y yo demoramos más de seis horas en llegar a la Aguada, y aunque comimos
una excelente comida que nos sirvieron, lo que realmente queríamos era tirarnos
a descansar. Pero, Ramón consumió tiempo de su reposo en disfrutar un juego de
pelota entre Cuba y Puerto Rico.
La cabaña para descansar tenía solo dos habitaciones.
En la nuestra estábamos nosotros dos y la pareja de holandeses, con quienes
habíamos iniciado el ascenso en la mañana, pero que ya llevaban horas allí. Fue
grato conversar con ellos y conocer un poco de su tierra.
En la habitación de al lado todo era fiesta. 12
jóvenes de un comité de base UJC de Santiago de Cuba, reían, cantaban y
jugaban…para ellos no era tan exigente el ascenso.
La Aguada se
encuentra a mil 364
metros sobre el nivel del mar, y desde allí se pueden
ver el Turquino, el Suecia, el Joaquín y el Regino. Estábamos en julio, un mes
caluroso en Cuba y esa noche fue una de las mas fría que recuerdo en mi
vida!! A esa altura, las noches se caracterizan por ser de muy
bajas temperaturas. No te puedes confiar, pese a ser verano debes subir siempre
con un abrigo para el intenso frio de la madrugada.
Y de madrugada salimos al día siguiente. Pero eso,
te lo contaré en la próxima entrada.