Por:
Roberto Morejón
Debo
confesar que los retos me asustan y provocan. El desempeñarme como
fotoreportero me ha llevado a enfrentar diferentes temas en la cobertura de
prensa, desde los simples reportajes de la vida cotidiana a las grandes
manifestaciones políticas, pasando por el deporte y la cultura. La fotografía
bélica me ha sido esquiva pero espero algún día tener la oportunidad de vivir
esa experiencia.
Retomando
el tema inicial, tras más de diez años en el diarismo, sigue provocándome un
salto en el estomago la fotografía de bodas. Los amigos vienen en aras de
ahorrarse algún dinero y…”Necesito que me tires las fotos de mi casamiento, como eres
fotógrafo de prensa seguro tus fotos serán de las mejores.” Uno calla, esboza
una sonrisa y pregunta la fecha del convite.
Varias
bodas están en mis archivos. Con todas y cada una de ellas he aprendido mucho.
Como todo desafío me han obligado a estudiar, a investigar como hacerlo, a
mirar miles de imágenes de los mejores fotógrafos de bodas del mundo. Por
supuesto, también han sido oportunidades
excelentes de superación. La mejor paga: la satisfacción de los novios cuando
ven las fotos.
Quiero
iniciar una serie con este tema, en cada
articulo pretendo publicar una o dos
fotos, contar alguna vivencia y aportar algún modesto consejo.
La imagen
con la que comienzo fue en la boda de mi amigo Pavel. Ellos para romper con las
clásicas fotos, decidieron después de la
ceremonia irse al Bosque Metropolitano de La Habana. En un paisaje de inaudita
belleza, no tuve que esforzarme para hacer esta toma. Varios factores se
unieron para facilitarme la composición: la magia del bosque, la caída de la
tarde, el andar ceremonioso de los novios.
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