Por: Roberto Morejón
El Malecón de La
Habana es un sitio que no se puede recordar de manera abstracta. Si no es por
los recuerdos, es apenas un muro, solo un muro que protege a la ciudad de los
embates enfurecidos del mar.
Se recuerda al Malecón por haberlo vivido, por
los momentos que allí disfrutaste, las personas que conociste, o por los
personajes que lo habitan. Los pescadores, por ejemplo, están y no, ellos viven
ajenos a los enamorados, los turistas, el tráfico, su preocupación es solo el
mar, la pesca y los otros pescadores.
Allí están, esperando la preciada presa para vender o
comer, listos para ser fotografiados y
entrar a formar parte de las imágenes del Malecón que circulan por el mundo.
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