Por Roberto Morejón
Este 28 de enero celebraremos el
aniversario 160 del natalicio de nuestro José Martí. Será día de jolgorio y
recordación de este cubano cotidiano y universal.
Muchas han sido las formas ensayadas
para recordarle y transmitir a los nuevos su legado. Canciones, poemas,
pinturas, películas, libros, tarjas y esculturas. Estas últimas erigidas y
colocadas en lugares excepcionales son las que más han calado en el imaginario
de los habitantes de esta isla.
Puedo considerarme un hombre
afortunado, las he visto y fotografiado a todas. Creo que las más reconocidas
en Cuba son las ubicadas en la
Plaza de la Revolución y el Parque Central, en La Habana y el busto colocado
en la máxima altura cubana, el Pico Turquino.
Cada una tiene su propia historia.
El lugar donde está y la relación que
tenemos con ese sitio nos devela un apóstol diverso.
La escultura del Parque Central
fue la primera estatua de José Martí develada en Cuba hace 107 años. El 24 de
febrero de 1905 presidieron la ceremonia el Generalísimo del Ejército
Libertador Máximo Gómez y el presidente Tomás Estrada Palma.
Este monumento me es muy
familiar. El hecho de ser el Parque un sitio de tránsito, nos hace sentir al
autor de la Edad
de Oro como un ser cotidiano, envuelto
en el ajetreo de cada día. De niño corrí por sus alrededores. Hoy, suelo
levantar la mirada ante las pruebas que me impone la vida para preguntarle
“¿Qué habrías hecho tú?”
El monumento al Héroe Nacional de
la Plaza de la Revolución es obra del escultor cubano Juan José Sicre,
esculpida en mármol del país. Fue colocada en ese sitio en 1958 y está rodeada
de 6 pilares que representan las antiguas provincias en las que se hallaba
dividido por ese entonces el territorio cubano.
Allí la
vi cuando comencé desde adolescente a participar en esta historia nuestra. Así quedó en mí el
Martí de la Plaza,
como la representación del líder de
nuestras grandes batallas, concentraciones y discursos de reafirmación.
El
busto de la cima del Pico Turquino fue inaugurado por Celia Sánchez en Mayo de
1953. En su pedestal reza una frase "Escasos, como los montes, son los
hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de
humanidad."
Hasta su elevación a 1974 metros sobre el
nivel del mar, atravesando montes, subiendo lomas fui con un hermano boricua.
Juntos descubrimos un ser elevado pero no distante, aunque para muchos resulta
todo un reto aproximarse a su altura.
Sé que al leer
estas palabras algunos protestarán inconformes por los tantos bustos o estatuas
del Maestro que quedaron sin mencionar.
No fue una omisión intencional, aunque
reconozco que todas ellas no cabrían en este espacio. Estoy seguro de que cada
una de esas obras, pequeñas o majestuosas, famosas o no tiene un significado
especial para quienes las vemos día a día, o las descubrimos de repente en el
rincón más insospechado de esta Isla del Caribe.
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