Por Roberto Morejón
Fui testigo de hechos sorprendentes como la acrobacia
Balance y elevación, donde a 15
metros de altura un joven desafía la fuerza de gravedad;
las muchachas del juego colectivo de diábolo, quienes manipulan con una cuerda
esos implementos a gran altura y velocidad; las chicas de los platos giratorios
o el acróbata que jugó con nueve bolas.
También disfruté mucho las acciones de la muchacha que desde
la espalda o los brazos de su compañero mantenía en equilibrio varias
sombrillas. O las 12 equilibristas sobre bicicletas, subidas todas en una sola
bicicleta para dejarnos a todos boquiabiertos.
Una pena que este espectáculo solo se presentó dos noches en
La Habana. Para
mi fue una oportunidad única y momentos que jamás olvidaré.
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