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martes, 22 de noviembre de 2016

Correr una maratón, un reto a la voluntad humana

Correr una maratón, un reto a la voluntad humana

Por Roberto Morejón

La cobertura del Marabana 2016 comenzó mal. Llegué con apenas 10 minutos del inicio de la maratón, los voluntarios no me dejaron acercarme al área de la arrancada y la moto que me asignaron para realizar el recorrido por la ciudad se rompió justo antes de salir. No hubo otra opción que quedarme en la meta y me pareció que iba a ser una pésima cobertura.
Que tonto. Es cierto que si logras hacer fotos durante el trayecto de los 42 kilómetros y 195 metros  podrás obtener bellas imágenes de la ciudad, del esfuerzo de los corredores, del público que anima, de los atletas hidratándose en los oasis. En todo esto pensaba mientras esperaba el arribo de los maratonistas.


Correr una maratón, un reto a la voluntad humana

Correr una maratón, un reto a la voluntad humana

Cuando comenzaron a llegar, primero los de 5 kilómetros (5k) , que luego se mezclarían con los de 10 k, empecé a ver las historias. Cuando detalles en cada uno de los que llegan. Cuanta pasión, entrega, esfuerzo. Basta ver sus rostros para sentir lo agotadora que fue su carrera.

Aun cuando sé que el supremo esfuerzo es para los de la media y los de la Maratón,  veo que todos luchan por superarse a asimismo. No se compite con el de al lado, o delante. La lucha es contra mi yo, contra mi cuerpo, con mi voluntad.

Y una vez comprendido todo eso, disfruté más cada imagen capturada: el grupo que entra victorioso, todos juntos celebrando. Los jóvenes cadetes que agitan una bandera cubana. Los que corren disfrazados y dan colorido a la carrera. Los que al llegar, se despiden con un fuerte apretón de manos,  porque se conocieron allí y se apoyaron todo el tiempo. 

Las parejas, los amores de jóvenes, y no tan jóvenes, que entran juntos tomados de la mano. La joven que ayuda a la más anciana. El señor que sufrió una parálisis y corre casi arrastrando la mitad de su cuerpo mientras los espectadores aplauden y animan.  

Papá que enseña a su hijo a sentir el placer del triunfo del esfuerzo  y entrar en la meta celebrando. El anciano padre que espera a su hija del 21 k para darle una brazo y decirle algo muy bajito al oído. 

La esposa con el bebé en brazos que corre a entregárselo al padre que viene de luchar con 42 kilómetros y solo puede sonreír mientras cruza la meta con sus amores junto a él. La madre corredora que se le ilumina el rostro cuando ve a sus tres pequeños vástagos  esperarle con globos y gritos de alegría. 

Y porque no, la pareja que baila en la llegada, ella corrió 21 kilómetros y esperó pacientemente la llegada de su compañero de 42 para abrazarle y danzar juntos al ritmo de una música cubana que anima el ambiente.

Cuando vives estas historias, se te olvida que llegaste con apenas 10 minutos del inicio de la maratón, no te caen mal los voluntarios que no te dejaron acercarte al área de la arrancada y no sufres porque la moto que te asignaron para realizar el recorrido por la ciudad se rompió justo antes de salir. Entonces te parece que quedarte en la meta fue la mejor de  las opciones y sientes que has tenido una magnifica cobertura. 

Correr una maratón, un reto a la voluntad humana

Correr una maratón, un reto a la voluntad humana

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2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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    1. Gracias por tu comentario y por la paciencia para leer este intento de crónica!! Besos

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