He recorrido los 42 kilómetros de la maratón. y lo he hecho en más de una ocasión. He estado muy cerca de los corredores, muy cerca, con la sutil diferencia que lo hago haciendo fotografías desde una moto.
Los he acompañado en todo el recorrido. Los he visto concentrados en seguir, sacando el extra, sin detenerse, adelante todo el tiempo.
Nunca olvidaré una foto que no hice en la meta de Marabana hace unos años. Estaba mirando a los corredores llegar, consideraba que había tomado las imágenes suficientes y disfrutaba con la alegría de los que arribaban. De pronto me llamó la atención un maratonista japonés con una cinta en su cabeza con un círculo rojo símbolo del Sol Naciente, que venía cojeando, quizás debido a una contractura muscular. Pasó la línea de llegada, avanzó unos metros, se detuvo, se volteó, se puso en posición de firmes e hizo el saludo japonés de respeto hacia la meta.
No hice la foto, lo confieso, pero me quedó la lección. Aprendí que nunca debes dejar de fotografiar. Y que debes respetar, aceptar y agradecer toda prueba que te imponga la vida, porque siempre será para que crezcas y seas una mejor persona.
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