¡Está renaciendo! …luego de años de esfuerzos, de cerrada al paso de los visitantes, de mostrarnos su maravillosa fuente encerrada e inaccesible, ahora se nos muestra en todo su esplendor.
La capital cubana, surgida hace mas de cuatro siglos bajo el nombre de San Cristóbal de La Habana, agrupa en su centro histórico los más diversos recuerdos de la época colonial, convertidos hoy en singulares atractivos para el turismo.
Imagen tomada en el junio de 2009 cuando se encontraba en fase de recuperación.
La fuente con una taza de forma octogonal, ubicada en el mismo centro de la Plaza Vieja, es de mármol de Carrara y es obra del escultor italiano Giorgio Massari.
En su surgimiento y desarrollo, La Habana cobró forma alrededor de cinco grandes plazas, distribuidas por diferentes puntos de la villa y que llevaban por nombre la de Armas o Mayor, de San Francisco, la Ciénaga, del Santo Cristo y la Nueva, hoy conocida como Vieja.
La orden para la creación de esta última fue emitida hacia 1587, pero solo se llevó a la práctica en la segunda mitad del siglo XVII, para convertirse en el sitio ideal donde los vecinos de la ciudad intercambiaban sobre las noticias mas recientes, practicaban operaciones comerciales o simplemente tomaban el fresco en la época de calor.
La Plaza Vieja se encuentra en la zona de La Habana Vieja. Se le llamó originalmente Plaza Nueva. Surgió como espacio abierto luego de la Plaza de Armas y la de San Francisco, respectivamente, aunque hay algunos autores que señalan que fue la segunda plaza existente en La Habana.
La antigua plazuela existente tomó su actual aspecto a lo largo del siglo XVIII, que a diferencias de otras plazas de La Habana, no surgió al amparo de la Iglesia o de institución administrativa, sino por decisión de sus ilustres vecinos que tuvieron a bien asentarse en tan privilegiada posición.
Llamada inicialmente Plaza Nueva, se erigió rodeada por las antiguas calles de Muralla, Mercaderes, Teniente Rey y San Ignacio, convertida además en área residencial de lo más selecto de la burguesía criolla hasta el siglo XVIII.
Fue zona residencial de la plutocracia criolla en tiempos de la colonia. Cambió después el nombre cuando surgió otro importante espacio en la villa, la Plaza del Santo Cristo. Se afirma que la bulliciosa actividad en la Plaza de San Francisco, donde se reunían vendedores y pregoneros, entorpecía el desarrollo de la misa de la iglesia y atendiendo a ello los padres franciscanos solicitaron la creación de una plaza con fines comerciales.
Casas como la del Conde de San Juan de Jaruco y la casa Hermanas Cárdenas están ubicadas en el entorno y distinguen a esta plaza. Estas edificaciones circundantes de la época colonial conforman uno de los más homogéneos conjuntos de casas habaneras del siglo XVIII, cuando se pusieron de moda los espaciosos portales de grandes arcadas para escapar al intenso sol tropical.
Sus encantos originales languidecieron al abrirse en ella, inicios del siglo XIX, el Mercado de Cristina, que terminó por sacar a sus más influyentes moradores por las molestias del bullicio de pregoneros y carretones cargados de mercancías.
La isla, caracterizada por una verdadera mezcla de estilos constructivos, reflejo en las edificaciones localizadas en la zona de la mencionada plaza la rica arquitectura presente en Cuba, con palacetes de portales con arcadas y comercios de las mas variadas formas, según las influencias de sus creadores.
El avance del siglo XX llevó incluso a la conversión de la plazoleta central en un estacionamiento soterrado hacia 1952, para recuperar paulatinamente su entorno habitual con los trabajos realizados en los últimos años por la Oficina del Historiador de La Ciudad de La Habana.
Esta colosal obra de restauración fue obra de la Oficina del Historiador de la Ciudad y en especial, gracias al tesón y al empeño de nuestro Eusebio Leal.La minuciosa labor de especialistas y restauradores llevaron a la Plaza Vieja a mostrar a los visitantes su pavimento readoquinado, con una fuente al centro que constituye una réplica en mármol de Carrara de la que antaño suministraba agua a los vecinos, ahora con un propósito puramente ornamental.
Numerosas edificaciones complementan el atractivo del sitio, pues en sus alrededores se localiza el Fondo de Bienes Culturales, ubicado en el antiguo palacio de los Condes de Jaruco, erigido en la primera mitad del siglo XVIII.
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