Por:
Roberto Morejón
Una de las mayores sorpresas que recibí cuando
comencé a vivir en Guanajay fue ver como en esta ciudad se vive al ritmo del
reloj de la iglesia. Si, porque este mecanismo
funciona dando a cada hora las campanadas que corresponde y cada media hora, un
campanazo.
Los toques de las campanas de este reloj
marcan las vidas de los pobladores. Las madres preparan a sus hijos para la
escuela, abren las tiendas, se reúnen los pobladores. Solo los adolescentes que
se citan en el parque central a altas horas de la noche o en la madrugada,
justo frente a la torre de la iglesia, ignoran sus campaneos.
Confieso que la primera vez que escuche sus
campanas, estuve mas de dos horas sentado en el parque para disfrutar esta maravilla,
algo raro en este siglo XXI. Es como vivir en una ciudad del pasado.
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