Si. Ramón cumplió el vaticinio y esta vez la montaña si vino
hasta el profeta. El Pico Turquino se colgó en las paredes de la Casa del ALBA
Cultural en La Habana, cuando las fotos de este hermano boricua vinieron para
evocar.
Evocadoras porque cada una de ellas revive los momentos del
ascenso. La sed abrasadora, el cansancio infinito, el peso de las mochilas que
se acrecienta a cada paso. Pero como dijiste Ramon, “allí está la naturaleza
para impulsarte. Cuando ya no tienes fuerzas, una flor salta ante tus ojos, el
paisaje de la Sierra te seduce, una libélula posa ante ti, un tocororo, una
carta cuba, un tomeguín, cantan para que levantes tu cámara y sigas. Sigas
haciendo foto, disfrutando el viaje, agradeciendo estar allí!”
La exposición Travesía hacia el Turquino se inauguró una
tarde noche en que hasta la naturaleza estuvo convidada. El frio y la lluvia del
momento recrearon el ambiente de la Sierra Maestra. Podías sentir que estabas
de nuevo allá en lo alto. Sandellis dijó que en tus fotos (y del libro que
nació de tus cinco subidas) puedes “…respirarle la humedad a la Sierra, sentir
la gota de rocío que te moja leve la piel, aspirar el olor del monte, hundir el
paso sobre una alfombra de capa vegetal…para quienes hemos andado la Sierra
Maestra es también el regreso a ese pedazo imprescindible de Cuba.”
Yo no puedo hablar de la exposición. No tengo palabras luego
que Kaloian dijera “que resulta una descarga apasionada, desenfrenada a flor de
piel de su autor por un país y su gente al que siente como propios”.
No hubo peligro de quedarnos solos, porque la lluvia, el
frío, el apagón (durante unos minutos nos quedamos sin electricidad) no
impedieron que la sala se repletará, el pasillo de exhibición resultó pequeño y
entre abrazos, besos y recordaciones éramos muchos para agradecerte Ramón. Allí
estuvimos los amigos, algunos físicamente y otros acompañando en la
distancia, no solo para admirar tu obra
o reverenciar la belleza del Turquino, sino también para retribuir tu cariño,
tu cubanía, tu amistad.
Tú reconociste a tantos. A todos los que te han apoyado. A
Felicita; tu luz y guía. Tus Pa y Ma,
Oscar y Sara. A tus hermanos carnales; Juan y Ricardo, quienes trazaron el
camino para ti. A tus otros hermanos, los
impulsores y faro de tu accionar humano y político: Oscar, Filiberto,
René, Gerardo, Antonio, Fernando, y Ramón. Y no olvidaste a quienes te debes y
guías, Leniel, Malcom y Mishelle.
Y nos mencionaste a nosotros, los simples mortales que te
hemos seguidos en tus cuerdas locuras, Diana, Carly, Miguel, a los que se
agrupan en la Casa del ALBA y los sostenedores, los inestimables amigos que
integran la Casa Editora Abril.
¿Nosotros que podemos decir? Gracias hermano. Simplemente
GRACIAS, así en mayúsculas, y no dejes, no pares nunca de envolvernos en tus sanas
demencias, de arrastrarnos y convidarnos a ser cada día mejores y luchar,
luchar hasta el final por eso que siempre me repites…ser cada día mejor
persona.