Por: Roberto Morejón
Todas las tardes
de este verano llueve en La Habana. Aguaceros
torrenciales y fuertes descargas eléctricas. Hoy, de nuevo salí a tomar fotos y esta
vez quise escapar de las clásicas fotografías de sombrillas y carros bajo el agua. Me
dispuse a tomar las imágenes de los “sorprendidos” por la lluvia, de los que se
quitan los zapatos nuevos para protegerlos, la toalla que trata
infructuosamente de secar el cuerpo, los
rostros de los que esperan a que cese el diluvio; resignados unos, otros, no
tanto, e incluso, la de los novios que aprovechan el temporal para caminar muy apretaditos bajo el paraguas sin importarle mojarse los pies.
¿La foto que más me
gustó esta vez? La primera, la de la joven con su equipaje que cruzaba muy
lentamente la céntrica calle 23 en El Vedado. A ella parecía no importarle el
fuerte aguacero que impedía el tráfico. Todo le era ajeno. Quizás algún
problema más fuerte que la lluvia golpeaba su vida. Una ruptura amorosa, la
pérdida de un familiar, quien sabe. No sé si notó mi cámara, tampoco le hubiera
importado mucho. Pero le agradezco que estuviera allí para poder tomar esta
imagen fuera de lo normal.
Pensé en llevar la foto a blanco y negro para darle más dramatismo pero dude, creo que no encajaría con las demas a color...
¿Tú habrías usado el blanco y negro?
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