Dicen que salió dando gigantescos saltos del banco cuando
Matanzas empató con Industriales tras un espectacular jonrón y que el árbitro
de primera tuvo que detenerle para que no entrara al terreno de juego. Lo cierto es que pese a detractores y
admiradores, es imposible no detenerse a seguir los movimientos de Víctor Mesa,
quien muy bien se ha ganado su titulo de Show Mesa.
Muchos le acusan de excéntrico. Otros le admiran y hasta
aplauden sus andaduras por el terreno. Aunque elogiado o vilipendiado, yo que
soy seguidor de Industriales hasta la medula, no dejo de reconocer que es digno
de admirar a Víctor por su entrega, su apasionamiento, que evidencia que por
sus venas no corre sangre, sino que circulan torrentes de beisbol. Y aunque
desde el público le abucheen, o le griten apoyándole, él no atiende a las
gradas, simplemente se concentra en lo suyo… ¡ Jugar pelota!
Siguiéndole con mi lente pude ver su manera diferenciada de
dirigirse a sus compañeros, recio director del equipo cuando llega al box para
cambiar un pitcher; serio, al
enfrentarse a los árbitros para reclamar una jugada; paternal, cuando alecciona a sus chicos, incluyendo a
su hijo que está en el equipo; respetuoso, para dirigirse a sus compañeros del
cuerpo de dirección y para el rival, para el equipo contrario en el terreno,
siempre reserva una sonrisa, una
carcajada, una broma con gestos.
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