Por Roberto
Morejón
Columpios,
canales, Tio vivo y otros aparatos en el parque infantil en Guanajay, pequeña
ciudad en el occidente cubano, hacen que los niños disfruten sus vacaciones
montando en estos equipos nada costosos pero bien cuidados y preservados para
el placer de los pequeños.
La risa y
alegría contagia a los mayores que olvidan el calor y los azahares de la vida
ante tanta felicidad. A veces la velocidad o la altura que alcanzan los
infantes en los equipos asustan a los que adultos que observan, y nos recalca
que los traviesos nenes no saben del peligro y se burlan de los riesgos.
Pero que
gozo verlos felices, respirando aire limpio, corriendo, sudando, ejercitando
sus músculos, lejos de los ordenadores,
juegos electrónicos, y la perniciosa televisión. Esos son nuestros niños en
Cuba que tienen el mejor de los derechos humanos, el derecho a vivir con
respeto y dignidad plena.
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