Por Roberto Morejón
Mis más sinceros agradecimientos. Solo puedo
decir eso hoy, 19 de agosto, cuando se conmemora el Día Internacional de
la Fotografía.
Si, es un día para agradecer a los fundadores,
a los soñadores que creyeron que eran capaces de enamorar a la Luz, de atraparla, de dejarla
cautiva en un soporte y demostrar así, toda su belleza.
Tributo a aquellos que se expusieron a la
química letal, que dejaron sus pulmones en los primeros cuartos oscuros de la
historia. Que sufrieron, penaron y triunfaron dándole perpetuidad a una imagen.
Mis respetos para los innovadores que buscaron
nuevas formas, diseñadores y constructores de las primeras cámaras. A los artífices de los lentes, aquellos que jugaron
con cristales y prismas para sostener a la Luz, descomponer sus colores y travesuras.
Gracias a los atrevidos. A los que salieron al
mundo a cazar imágenes. A llevar a la salas de las casas, las allende salas de
otras latitudes. A los enamorados de las imágenes, de los bellos rostros
femeninos, del carácter del hombre, de la risa de los niños, de las arrugas
dejadas en los rostros del paso por la vida.
Mi homenaje, a cabeza descubierta y la mano en
el corazón, para los fotógrafos y camarógrafos que han dado sus vidas, tratando
de llevar al mundo, las imágenes de un planeta convulso y sangriento. Honor a
los caídos en las guerras, en los golpes de la naturaleza, en las epidemias y
otros horrores. Y también mis respetos a los fallecidos en accidentes, cuando
captaban las fotografías, del más hermoso planeta conocido, nuestra casa azul, la Tierra.
Agradecer a mis maestros. A mi padre, en
primer lugar. Por sembrar en mi la curiosidad por observar, por atender a los
detalles, por enseñarme a amar la
Luz, por explicarme con palabras claras que es profundidad
focal o error de paralaje, por sus dos frases recurrentes: “Nada es más rápido
que la Luz” y
“Encuadra y tira!!”.
A mis otros maestros, los que conocí en
el aula, que me enseñaron a respetar a la Luz y los otros, esos
profesores que día a día, me encuentro en mí andar por la fotografía, quienes
me hacen probar cosas nuevas, trucos,
inventivas.
Gracias a todos por enseñarme tanto. Gracias a
esos locos, que cuando salen de casa sin
su cámara, andan levantando sus dedos, haciendo encuadres y sonriendo porque
han capturado una bella foto.
Gracias a los excelentes fotógrafos que me hacen
ver, que no importa el equipo, este puede ser de cualquier forma o tamaño, de
las cámaras viejas o de las muy modernas digitales, que lo realmente importante,
sigue siendo el ojo del hombre que mira por el visor. Por todo lo dicho hasta aqui, solo puedo decir, ¡Muchas Gracias!
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