“Esta es una obra de infinito amor” las palabras dichas por
un amigo periodista me hicieron reflexionar. “Yo fui maestro antes de ser
periodista, y este tipo de enseñanza es muy difícil, tienes que amar mucho la
docencia y querer a estos muchachos para seguir”
El comentario me lo hizo durante un recorrido por la escuela
para limitados físico-motores Solidaridad con Panamá, en La Habana, Cuba.
Durante la visita conocí a Laura, una niña sin piernas que
sueña con ser bailarina y que baila. Niños con excelentes voces que integran un
coro. Jóvenes que aprenden destrezas para desempeñarse en la vida, peluquería, artesanía,
computación.
Instrucción y cultura, reciben aquí, donde maravillosos
maestros imparten historia y ciencias con paciencia y dedicación a personitas
que les cuesta el doble del tiempo para asimilar, pero que se esfuerzan e imponen
a una vida que les heredó un cuerpo al cual retan y vencen. De aquí han salido laboratoristas,
químicos y abogados.
Y estos niños y jóvenes
limitados físico-motores podrían hacer más sin no fuera por el absurdo y
genocida Bloqueo impuesto a Cuba por el gobierno de Estados Unidos.
La política norteamericana contra el pueblo cubano impide
obtener los recursos para abrir más instituciones de ese tipo en el país,
de ahí que los niños de toda la
Isla con estas necesidades deben becarse en La Habana. Así como crea limitaciones
para comprar sillones de ruedas eléctricos y computadoras para discapacitados.
Pero pese al Bloqueo, Laura baila, Maritza aprende peluquería, Ronald y Antonio
desarrollan habilidades manuales y las pequeños Roberto y Daniela dan sus
primeros pasos en esta escuela para triunfar en la vida e integrarse a una
sociedad que no les abandona.
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