Una tarde de domingo en casa. La Habana reposa tras uno de sus desfiles. Y nosotros con ella. Pero cae la tarde y las luces invitan. Le propongo a mi esposa irnos hasta el Bosque Metropolitano a hacer fotos. Ella brinca de alegría. Comparte conmigo la pasión por la imagen, y rápida toma su cámara. Quiere practicar lo aprendido.
Para más placer iremos en bicicleta. Ella pedalea en su nueva bici. En su coqueta bici, y con ella no duda en internarse en el bosque apenas llegamos. Es solo bajar el puente, tomar un túnel y entrar a la foresta, al verde bosque, a los caminos del bosque entre enredaderas, al río que acaricia el bosque.
Mientras ella disfruta el paseo. Se extasía con el aire limpio. Admira las ardillas que juguetean entre los árboles, toma fotos a la maravilla de la naturaleza o capta las imágenes de los destrozos que podemos hacer los hombres. Mientras ella hace todo eso, yo simplemente aprovecho el momento, y hago mis fotos a la modelo, el bosque y la bici nueva.
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