Ayer en la tarde se inauguró en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba la exposición fotográfica: "El Bosque Pluvial del Yunque", del artista puertorriqueño Ramón Frontera Nieves. La dirección del museo es Obispo #61, entre Oficios y Baratillo, Habana Vieja. La exposición para el público en general se extenderá hasta el 22 de julio de 2016 en horario regular.
Nuestro amigo Ramón nos pidió a Madelin Ramírez, periodista de la Agencia Cubana de Noticias y a mí, que pronunciáramos las palabras de apertura. Eso fue todo un reto. Pero no quiero distraerte más. Voy a compartir contigo los dos textos.
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| René González Sehwerert (centro), Héroe de la República de Cuba, y su esposa, Olga Salanueva Arango, participaron en la inauguración de la exposición. |
Palabras de Roberto Morejón:
Ramón Fronteras, este gran amigo me somete a una gran prueba. Digamos que a una doble prueba. Primero me ha convidado a pronunciar las siempre difíciles palabras de apertura de esta exposición, yo que suelo callar y hacer fotos.
Y como segundo reto me pide que no hable de los fuertes lazos que nos unen, que solo haga una valoración de las obras que presenta esta tarde, que no hable de esta amistad nacida en medio del trabajo, de habernos conocido en su tierra, en su Puerto Rico, cuando ambos cubríamos los juegos de nuestro amado y a veces desesperante equipo Cuba de beisbol. De esta hermandad cimentada subiendo el Pico Turquino, de aquel ascender juntos, que me hizo entender la frase del Maestro, “Subir lomas hermana hombres”.
Pero aquí estamos, inaugurando esta muestra de las fotos de El Yunque, donde Ramón, a través de excelentes composiciones fotográficas, nos lleva de la mano a disfrutar de lo húmedo, lo verde, lo vivo.
Técnicamente hablando, con esta exposición Ramón nos muestra toda su maestría y oficio de fotógrafo; magnifico manejo de la luz en diferentes condiciones y una pericia digna de un fotógrafo de la National Geografic para componer y captar la esencia, el valor de cada momento, reflejado en un movimiento atrevido de un anfibio, de la agresividad de un reptil, en la sempiterna paciencia de una mariposa…
Nos sorprenden sus atrevidos planos para mostrarnos desde otra mirada los pobladores de este bosque tropical. Los recurrentes amaneceres, donde en interesantes tomas a contra luz, nos llega la intensidad de las naranjas alboradas boricuas. Las sedosas aguas de sus arroyuelos no podían faltar a esta cita, y Ramón nos enseña cuan bellas siguen siendo estas fotografías.
Pero más allá de la capacidad profesional y técnica de Ramón, creo que debemos agradecerle. Agradecerle que nos traiga hoy estas fotos, que nos muestran a nuestro Puerto Rico y nos hacen ver que somos tan iguales, en nuestra idiosincrasia, en nuestra cultura y en nuestra naturaleza, porque estas imágenes nos remontan a Tope de Collantes, a la Sierra del Rosario, a la Sierra Maestra.
Por eso creo Ramón, que por acercarnos un poco más, a este, nuestro Gran Caribe, Por embellecernos la tarde, Por abstraernos de la rutina diaria, Por escoger a Cuba, a La Habana para mostrar tu obra, Por esta oportunidad, Por este fuego, Por un Puerto Rico y un Oscar libres, Por todo, Gracias Ramón.
Con la acotación de “PROHIBIDO HABLAR DE MI” Ramón nos pide que digamos unas palabras en la inauguración de la primera exposición que esta Institución dedica a Puerto Rico…y con tremenda sangre fría distribuye tareas: al fotógrafo, hablar de las fotos, a la periodista, hablar del Yunque.
Entonces uno no tiene otro remedio que hacer como que obedece, porque lo que tal vez él no sepa es que no hace falta describir literalmente lo que Ramón significa para el fotógrafo, la periodista, el trovador, el camarero, el pintor, la bailarina, el músico, el combatiente y para tantos otros cubanos.
Pero hagamos como que obedecemos… Cuenta la leyenda que en los picos nubosos de La Sierra de Luquillo vivía Yuquiyú, el dios del bien. Los indios taínos creían que Yuquiyú los protegía, fueron ellos quienes llamaron a ese monte, Yuque que significa, sagrado, o tierras blancas ya que sus picos estaban cubiertos de nubes. Desde luego a su llegada, los españoles, como casi siempre pasaba, confundieron el nombre y le llamaron Yunque.
A casi 50 Km. del área metropolitana de San Juan, en Puerto Rico, se empina el Yunque, como le ha llamado desde entonces y le seguirán llamando tercamente los puertorriqueños, por más que lo registren con el nombre de Bosque Nacional del Caribe/Bosque Experimental de Luquillo o cualquier otro antojo.
Lo cierto es que este Bosque ha sido bendecido con las lluvias, aguaceros intensos que llegan a diario para alimentar a once de los ríos de Puerto Rico y proveer a muchos de los habitantes de la isla en las imprescindibles labores domésticas.
Siempre pensé que el Yunque (3,496 pies), era el Pico más alto de Puerto Rico, algo así como nuestro Turquino. Debe ser que los pies que le faltan para sobrepasar al Pico El Toro, también en la Sierra de Luquillo, le sobran en simbolismo.
Ramón nos trae estas fotos, nos obliga a descubrir el Yunque y luego nos pide que hablemos, sin hablar de él…y uno se pregunta ¿cómo es que se hace eso?
Ya sabemos que el relieve del terreno es agreste y que llueve mucho, muchísimo, a veces torrencialmente… pero nada impide que Ramón, ese Ramón que conocemos se detenga una y otra vez, que vaya y vuelva y desande otros senderos para traernos estas imágenes.
Especies de árboles desconocidas para nosotros que solo se pueden encontrar allí, o esa ranita, que no es una rana, sino un anfibio (nos explica una y otra vez obligándonos a ver la diferencia en el cartílago que le falta entre los dedos de sus patas)…y los detalles, y los colores, y las formas, y la luz que rompe el silencio o calla ella misma todos los sonidos del bosque… y las emociones…porque la foto de Ramón es eso, siempre lo digo, emociones perpetuadas en el papel.
El Yunque es ahora un lugar más cercano, más nuestro, más tangible, y pienso que para los que estamos aquí, ese rincón de la geografía caribeña estará inevitablemente vinculado al nombre de ese amigo que absurdamente nos exige… no hablemos de él.
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